Este es el cuento que vais a tener que escribir como deberes (para la próxima semana).
El príncipe Gordilonio vive en Hispalolandia.
Le gusta mucho comer y está muy gordo. Siempre está solo y triste y come chocolate.
Un día va a una fiesta. En esa fiesta está la princesa Rufina.
Entonces Gordilonio decide adelgazar para gustar a la Princesa. Está 25 días sin comer, corre y juega a squash.
Va a buscar a la princesa. Está muy delgado. La princesa está muy simpática con él.
Vuelve a comer mucho chocolate.
Encuentra de nuevo a la princesa. Esta se enamora locamente de él. Le gustan los gorditos.
Se casan y son felices.
Tienen muchos hijitos gorditos.
6 comentarios:
Erase una vez un príncipe que se llamaba Gordilonio y vivía en Hispalolandia. El príncipe no tenía esposa ni niños. Sus padres no le gustaban porque no tenía una familia ni un puesto de trabajo. Le gustaba disfrutar sólo su estado como príncipe. A más, el príncipe siempre comía mucho y estaba muy gordo. Debido a su peso corporal y la situación familiar, siempre estaba solo y triste y comía chocolate cada día más. Un día, tuvo ganas de ir a una fiesta pero no tenía amigos. Por eso, fue a una fiesta solo. En esa fiesta estaba la princesa Rufina. Gordilonio le gustaba inmediatamente especialmente por su cara, su cuerpo y su ropa. Una vez la princesa miró al príncipe con una risa pero Gordilonio tenía demasiado miedo acercarse a ella. No se atrevía a hablar con ella porque pensaba que no le gustaba por su peso. De pronto, Gordilonio tuvo una idea y decidió adelgazar para gustar a la Princesa. Estuvo 25 días sin comer. Corría y jugaba a squash cada día. Lo único sobre que el príncipe pensaba era la belleza de la princesa Rufina. Después de estos 25 días, fue a buscar a la princesa otra vez. Estaba muy delgado. Por eso, estaba más motivado que nunca y tenía la confidencia de hablar con ella pero la princesa estaba muy antipática con él. El príncipe estaba demasiado desilusionado. Al día siguiente, volvió a comer mucho chocolate. Ganaba peso otra vez hasta que él ganaba el doble de peso. A pesar de su aumento de peso, esta vez Gordilonio no perdía su autoconfianza. Entonces, un día encontró de nuevo a la princesa y ella se enamoró locamente de él en seguida. El hecho que el príncipe nunca había sabido anterior era que la princesa le gustaba especialmente los goditos. Alfonso aprendió la lección y decidió de adelgazar nunca jamás. Por fin, se casaron y fueron muy felices. Tenían muchos hijitos gorditos y vivían una vida feliz.
Erase una vez el príncipe Gordilonio. Gordilonio reinaba sobre la poquita pero muy fina principalidad de Hispalolandia. Hispalolandia era un paraíso para todos los conocedores de comidas exquisitas. Como era el gobernador de Hispalolandia, el príncipe Gordilonio era el más grande aficionado de buenos platos. Por tanto, era muy gordo. Además no tenía novia. Era muy difícil para él conocer a alguna princesa, porque Hispalolandia era una isla muy reclusa. Gordilonio era muy triste ser tan solo y por tan tristeza, comía todavía más, especialmente chocolate.
Pero un día, Gordilonio recibí una invitación para una fiesta estupenda en la isla vecina. Sabía que se decía de la princesa Rufina, cuales padres eran la reina y el rey de la isla, que era la más linda princesa de todo el mundo. Por esta razón, Gordilonio decidí a irse por la isla, aunque era un viaje muy largo y perilloso.
Gordilonio quería tan mucho finalmente casarse (ya era treinta y cinco !), que se propuso deportar todos los días hasta su partida por la fiesta. Y realmente, no solamente corría por Hispalolandia y jugaba al squash diariamente, pero también cesaba comer por los veinticinco días antes de la fiesta.
El día de la fiesta, el nuevamente lindo y delgado Gordilonio iba a presentarse a Rufina. Ella era muy simpática con el príncipe, que se enamoró acto seguido. De vuelta en Hispalolandia, de nuevo empezó a comer mucho chocolate , porque era tan feliz ! Rapidamente engordó. Pocos días después, Rufina visitó a Gordilonio por sorpresa. Le había gustado mucho el príncipe el día de su fiesta. Pero esto día, le gustaba todavía más ! La verdad era que a Rufina les gustaban los hombres gordos.
Gordilonio y Rufina se casaron el mismo día y comían mucho juntos ! Tenían diez hijos gorditos. Todos fueron felices y comieron perdices.
El príncipe Gordilonio
Erase una vez un príncipe que vivía en Hispalolandia. Como estaba gordisimo, todo el mundo le llamaba “Gordilonio”. Pasaba sus días solo, comiendo chocolate y se sintiendo muy triste y solitario. De vez en cuando, alguien venía y tentaba de motivarle de salir o de hacer deporte, pero prefería quedar en casa. Se conformó con el hecho que el televisor era su único compañero.
Pero un día se dejó persuadir y fue a una fiesta. Allí, vió a la princesa Rufina. Era la mujer más hermosa que jamas había visto. En este momento, decidió de cambiar su apariencia para gustar a ella. Para adelgazar, cesó de comer y comenzó a correr y jugar a squash. Así pasaban 25 días, hasta que Gordilonio se sentió listo para ver a la princesa otra vez. Admiró su cuerpo delgado en el espejo y pues fue a buscar Rufina. Le buscaba por todas partes; en varios restaurantes cerca de su casa, en el parque, y todos lugares que le parecían probables. Por fin, le encontró caminando con su perro cerca de su casa. Después de unos momentos de demorar, habló a ella. Se esmeró de mantener una conversación, pero la princesa era muy antipática con el. Decepcionado, Gordilonio se despidió y volvió en casa.
Gordilonio era conmocionado. Se puso a comer chocolate y ver televisión otra vez. Si nadie se interesaba por el cuando estaba en la mejor forma de su vida, se figuró, mejor quedar en casa y dejar el mundo ser el mundo. Al cabo de un tiempo, encontró a la princesa de nuevo cuando estaba comprando más chocolate en el supermercado. Este vez, no era antipática con el. Al contrario, se enamoró locamente de el. ¡Resultó que a ella le gustaban los gorditos!
Salían juntos y llegaron a ser casados. Tuvieron muchos hijitos gorditos, fueron felices y comieron perdices.
Érase una vez, un príncipe gordísimo que se llamaba Gordilonio. Le encantaba comer, pero era también muy triste porque no tenia amigos y por eso comía todavía mas, especialmente chocolate que le encantaba el mas. Como no conocía a ninguno, fue muy sorprendido que había recibido una invitación para ir a una fiesta. Estaba muy feliz de ha sido invitado pero rápidamente paro de sonreír porque leyó que la princesa Rufina ira a la fiesta también. Gordilonio era muy enamorado de la princesa pero tenia un medio enorme porque no tenia confianza en su mismo. Sabia que esta falta de confianza era la consecuencia de su panza gigantesca. Por eso, el día después, empiezo un régimen y hizo mucho deportes. Después de 25 días sin comer y haciendo ocho horas de squash por día, había perdido no memos que cincuenta kilos y ya estaba muy delgado. El día siguiente estaba la fiesta y el príncipe se puso muy feliz y seguro en su mismo. Llego la noche y la fiesta, y encuentro la princesa: bailaron y hablaron un rato. Aunque la princesa estaba muy simpática, no llego la centella del amor que esperaba tan el príncipe. Por eso, el día después volvió a comer muchísimo chocolate. Al cabo de unos días estaba de nuevo gordísimo y triste. Unas semanas después, Gordilonio estaba en una chocolatería probando unos nuevos chocolates cuando entro la princesa Rufina. A ella, le encantaba chocolate también y entonces los dos aristocráticos comieron unos kilos juntos… Y como chocolate tiene efectos afrodisíacos se enamoraron locamente un poco antes de tener la peor indigestión de sus vidas. Después de este día solamente comieron un kilo de chocolate por día; se casaron y tuvieron muchos niños gorditos y entonces fueron felices y comieron perdices.
stefan
askew
Erase una vez un príncipe que se llamaba Gordilonio y que vivió en Hispalolandia. Le gustaba mucho comer, así que estaba muy gordo, porque siempre cuando estaba solo y triste, comió chocolate.
Un día, Gordilonio se fue a una fiesta en cuál también estaba la princesa Rufina. Para gustar a la princesa, el decidió adelgazar. Estaba 25 días sin comer, corrió y jugaba a squash. Por fin, cuando estaba muy delgado fue a buscar a la princesa y ella estaba muy simpática con él pero no se enamoró de él. Por eso Gordilonio estaba triste y volivió a comer mucho chocolate. Un día, encontró de nuevo a la princesa y ella se enamoró locamente de él porque a ella le gustaban los gorditos. Luego se casaron y eran felices con los muchos hijitos gorditos que tenían.
Hélène
Erase una vez, en un país muy lejos, Hispalolandia, había un príncipe muy gordo y un poco ingenuo quien se llamaba Gordilonio. El príncipe tenía una vida feliz y llena de numerosas actividades. Le gustaban especialmente las buenas comidas. Su pasión por la comida persistí por toda su vida. Sin embargo, un día su padre le llamó para hablarle en la gran sala de los reyes, una grandiosa sala, la mas grande del palacio. Cuando Gordilonio llegó, el rey pidió a los servidumbres y a todos los cortesanos que salieran y les dejaran solos. “Tu vigésimo cumpleaños se acerca de día en día. Necesita encontrar a la horma de su zapato.” Como el Rey vio que sus palabras se le subieron a uno el pavo, siguió porque la ingenuidad de su hijo le ponía nervioso cada vez más. “¿Entiendes? ¡Deberás transmitir este reino como lo haré cuando te casarás! ¡No te pongas tan rojo como una niña! Eres el príncipe del reino de Hispalolandia y no un cortesano cursi!”. Pateo dos veces y todos los cortesanos y las cortesanas reaparecieron antes que Gordilonio hubiera podido contestar algo. Después de las declaraciones del Rey, la reina decidí organizar una fiesta en honor de su hijo. Durante esta fiesta había muchas cortesanas quien miraba a Gordilonio, intentando acercarse de él, pero el espíritu del príncipe estaba en otro lugar. Como la orquesta tomó la canción favorita de su padre, Gordilonio se recordó de su deber: encontrar a una mujer rápidamente y después podría pensar de nuevo en inventar algunas nuevas recetas de cocina. Se fue a encontrar un buen amigo de la infancia y le preguntó como se podría acercarse de una princesa y no una de esas cortesanas, ellas estaban tan tontas y sin educación correcta. “Escúchame: tu estas demasiado gordo para agradar a una princesa, ¡mi gordito favorito! haz deporte y después búscala y no al revés!” En este momento divisó a lo lejos a la princesa Rufina. Él la conocía desde el Carnaval del año pasado cuando su padre, quien tenía una mona, había intentado tomar a la reina Rufianesca, la madre de Rufina. La reina respondió dando un bofetón que terminó por mala suerte en la cara de Gordilonio. La princesa estaba como el príncipe la recordaba: el pelo moreno, andando se contoneando pero como una verdadera princesa, una risa delicada, una carne exquisita y un humor delicioso, no como su madre quien estaba cursi y todo lo contrario de su hija. El amigo de Gordilonio le observó y le dijo que si él quería hablar con ella y agradarla, necesitó adelgazar. Conoció a un método muy eficiente que podría enseñarlo. El método se llamaba: SCCS (pronunciar S - doble C - S), un método americano utilizado por los soldados antes de ir a la guerra para adelgazar suficientemente para montar los caballos de guerra. “Porque necesitan adelgazar para eso? Los caballos de guerra americanos no están bastante resistentes?” preguntó el príncipe. “¡Que no! ¡Sabes que hoy en día, todo es muy caro y los americanos han descubierto un país lejos que llaman Xina donde hay personas que pueden construir todo lo que quieres para un precio muy muy barato! Entonces decidieron importar caballos de guerra de Xina. Sin embargo, estos caballos son de baja cualidad y no soportan a los gordos americanos.” “¿¡Ellos importan caballos construidos en Xina?!” “Lo sé, es un poco raro, pero no te preocupes. ¿Siempre quieres seguir con este método?” “¡Claro que si! quiero invadir el corazón de mi princesa! Si hay un país donde se puede construir caballos baratos entonces puedo adelgazar!” declaró el cándido príncipe. El amigo le explicó la increíble y genial, pero también sospechosa formula SCCS: Sin Comer pero Correr y Squash-ar [hacer Squash pero Squash-ar es mejor para la imagen de marca]. Después de 10 días, el príncipe entró al hospital por deshidratación. 13 días después había perdido tan peso que había salido flaquísimo y eso desmoralizó a Gordilonio. Por fin, decidió que para sentirse mejor necesitaba comer algunos pasteles de chocolate y 2 días después, fue muy hermoso con un par de kilos más. Para seducir a su princesa, la invitó a España por el fin de semana. El sábado, fueron a Madrid donde el príncipe la amenó al parque del Retiro. Allá, el príncipe compró una barca (alquilar para solo 45 minutos no es suficiente para seducir una princesa con buenas maneras) y remó todo el día. La mañana siguiente, se fueron a Barcelona donde encontraron por las Ramblas a un cantador americano un poco excéntrico bailando andando al revés y cantando una canción llamada “Thriller” y a Cristóbal Colón mostrando la dirección de las Américas. El príncipe invitó a Rufina a un nuevo restaurante que se llamaba “las caracoles” en el reciente bario gótico. ¡Que encantada fue la princesa por las mil conmovedoras delicadezas que el príncipe tuve para ella! Se enamoró locamente de él. Sin embargo, en el restaurante, el príncipe realizó que la princesa comió con mucho apetito. Ella le confesó que le gustan los gorditos. Cuando el oyó eso, ordenó al camarero de doblar las raciones y traer un plato de ostras y de gambas y como postre una docena de cremas catalanas. Estaba el mejor día de toda su vida. Ademas fue encantado cuando turistas japoneses le reconocieron y pidieron a tomar una foto con el Gran y muy Famoso príncipe de Hispalolandia. Unos tiempos después Rufina y Gordilonio se casaron y tuvieron muchos hijitos gorditos y una hija muy delgada a quien le encantaba la equitación. Todos fueron felices y comieron perdices.
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